Personas del Mar: Carlos Roa Urrutia, maestro artesano en embarcaciones menores
Texto: Sebastián Espinoza
Fotos y video: Israel Chávez
Carlos Roa, es Oriundo de la comuna de Puré, pero hace años vive en Caldera y se dedica a lo que él denomina Maestro Artesano en Embarcaciones Menores, “No soy carpintero de ribera, ya que esto a mí no me lo enseño nadie, lo fui aprendiendo con el tiempo y oficio”.
Su vida está ligada al mar desde que en el año 1993 comenzó a trabajar en la pesca, en el puerto de Mejillones y desde ahí que le llamaron la atención las embarcaciones y como tenían la capacidad para transportar personas y otros elementos.
“Yo era pescador, pero ante la necesidad me reinventé. Me peguntaron si podía hacer una embarcación y dije que sí, pero una persona que sabía me ayudaría. Eso no sucedió y entregué igual el trabajo, desde ese momento no me he detenido en este oficio”, destaca Carlos.
Con emoción cuenta como es apoyado por su familia y su hijo también se dedica a este rubro, pero en la comuna de Coquimbo. “Mi esposa, es lo más importante que tengo para ser quien soy, ya que juntos hacemos este trabajo y hemos logrado todo lo que tenemos”.
Entre risas comenta como los distintos barcos que han hecho -perdió la cuenta en las 70 embarcaciones- son realizadas por los dos. Aunque no le deja utilizar la motosierra, ya que se puede cortar y es su deber cuidarla.
Confección de barcos
El trabajo de Carlos nace desde la solicitud de alguien que solo le entrega las dimensiones y tonelaje aproximado de la embarcación que necesita. “Con eso yo hago el diseño y comienzo a trabajar, compro los árboles completos y los trato yo desde cero, todo artesanal y con mucho cuidado y detalle”.
“Este es un trabajo que apasiona, poder ver y sentir que algo construido por uno y su familia es seguro y sirve para lo que se propuso…es un orgullo”.
Posterior a eso hace el tratamiento para doblar e impermeabilizar las maderas, hasta concretar el trabajo en toda su extensión, realizando barcos de hasta 15 metros. Los que posteriormente son revisados por un ingeniero y la autoridad naval, para que cumplan con los permisos del dueño y normas vigentes para que pueda operar.
“Este es un trabajo que apasiona, poder ver y sentir que algo construido por uno y su familia, que es seguro y sirve para lo que se propuso…es un orgullo”, enfatizó con emoción el Maestro Artesano. Que comente que tuvo la oportunidad de recorrer un paseo turístico en un barco que construyó y cumplía con todo lo necesario para la función que se pensó.
Para Carlos el mar va más allá de un aspecto laboral, es un todo, principalmente fundamental para las ciudades costeras y un mundo de oportunidades para quienes las buscan. Agradece el interés que hay actualmente en Caldera por su trabajo, ya que lo hace con pasión y siempre pensando en cumplir con lo que esperan de él.