Peluquería Arenas: una tradición copiapina que sigue viva desde 1975
En pleno corazón de Copiapó, en calle Atacama #231, sigue funcionando un clásico que ha visto pasar generaciones enteras por su espejo y sillones: la Peluquería Arenas, fundada en 1975 por don Leonidas Arenas Farfán y hoy atendida por su hijo, Antonio Arenas Rojas.
Don Leonidas, antes de convertirse en peluquero, trabajaba como mecánico en la ex Planta Ojancos. Su historia con la peluquería comenzó gracias a su compadre y padrino de Antonio, don Antonio Alfaro, reconocido dueño de la antigua peluquería “Moustache”. “Mi padre iba a visitarlo y un día su compadre le dijo: ‘Compadrito, deme una manito, rebájele un poquito a los clientes y después yo los termino’”, recuerda Antonio entre. Desde ese momento, su padre le tomó gusto al oficio, compró los implementos, los sillones —que aún se conservan— y decidió dejar la mecánica para dedicarse por completo al arte del corte. Esta decisión fue impulsada porque pensaba que si seguía trabajando en la plata podía tener problemas de salud a futuro.
Antonio dice que la decisión de su padre de dejar la Planta Ojancos fue una de las mejores que pudo tomar, ya que vivió hasta los 92 años de edad.

Antonio comenzó a trabajar junto a su padre en 1977, tras realizar un curso de peluquería en Santiago. Durante 43 años tuvo otra actividad laboral, pero finalmente volvió al lugar donde todo comenzó para dedicarse 100% con la tradición familiar, especialmente después del fallecimiento de su padre hace ocho años.
Dentro del local, las paredes están cubiertas de fotografías antiguas de deportistas, especialmente de futbolistas. Esto lo comenzó don Leonidas a quien le gustaba mucho el fútbol. Él era amigo del padre de Eladio Rojas, futbolistas históricos de la zona que marcó el gol del tercer lugar en el Mundial del 62. Empezó colocando su foto, y con el tiempo fueron llegando otras más, cuenta Antonio. Esa costumbre la ha mantenido hasta hoy, transformando la peluquería en una pequeña galería de fotos que cuenta la historia del deporte local.

Aunque reconoce que los tiempos han cambiado y que hoy hay muchos peluqueros extranjeros con nuevas técnicas y estilos, Antonio mantiene su sello: el corte tradicional de toda la vida. Además, señala que en peluquerías clásicas como la suya los clientes van a tener un momento agradable, algunos llegan tristes y después del corte se van con mejor ánimo, ya que los escucha y se ríen un rato.

Con casi cinco décadas de historia, Peluquería Arenas sigue siendo un símbolo de cercanía y constancia en Copiapó. Antonio cuida cada detalle, consciente de que es el último de su familia que sigue con la tradición, ya que nadie se ha interesado en continuar el oficio y es por eso que se cuida harto para así mantener las puertas abiertas por un buen tiempo más.
Sentado en una de las antiguas sillas de la peluquería, Antonio recuerda con cariño a su padre, a quien define como “un buen peluquero, bueno para la talla y 100% copiapino”.
En ese espejo, donde aún se refleja parte de la historia de la ciudad, sigue viva la memoria de don Leonidas y el legado de una tradición que resiste al paso del tiempo de la mano de su hijo Antonio.





